sábado, 19 de julio de 2014

Mochilas de Verano

Llegó el verano y las vacaciones de Leer Juntos, aunque nos llevamos deberes...


Desde la Biblioteca Escolar se han preparado tres mochilas viajeras para el grupo de lectura que irán rotando durante el verano con "clásicos juveniles", poesía e historia de Aragón.
  • La vuelta al mundo en 80 días; de Julio Verne.
  • Frankenstein o el moderno Prometeo; de Mary Shelley.
  • El libro de la selva; de Rudyard Kipling.
  • Bartleby, el escribiente; de Herman Melville.
  • 12 poemas de Federico García Lorca (Kalandraka); ilustrados por Gabriel Pacheco.
  • La Corona de Aragón; de Adela Rubio Calatayud y Alfredo Ugarte Gondra.
  • El Dr. Jekyll y Mr. Hyde; de R.L. Stevenson.
  • Peter Pan; de James M. Barrie.
  • El perro de los Baskerville; de Arthur Conan Doyle.
  • El hombre que pudo reinar; de Rudyard Kipling.
  • Por qué nos preguntamos cosas; de Victoria Pérez Escrivá y Javier Zabala.
  • La Corona de Aragón: Manipulación, mito e historia; de José Luis Corral.
  • La Odisea; de Homero.
  • Las aventuras de Tom Sawyer; de Mark Twain.
  • El Hombre Invisible; de H.G. Wells.
  • Educar en el asombro; de Catherine L'Ecuyer.
  • Desperaux; de Kate DiCamillo.
  • ¿En qué país vives? Breve historia de Aragón para chavalas y chavales curiosos; de Carlos Serrano, Paco Paricio y Blanca Bk.
Así, cuando en octubre nos juntemos para merendar ya tendremos lecturas que comentar.

Alberto Gamón
¡Y felices lecturas!

miércoles, 16 de julio de 2014

44 poemas para leer con niños

revistababar.com


La poesía no muerde. Es la primera frase que se repite en una especie de sonatina constante en las guardas de este libro. La poesía no muerde. Y sin duda, Mar Benegas ha conseguido seleccionar poemas que confirmar y reafirman esta especie de plegaria con que nos recibe esta antología.

Con una cubierta moderna a dos colores, limpia y clara, este libro nos va guiando con soltura y equilibrio por una red de palabras rimadas, encantadas, juguetonas, alocadas, empapadas de cariño o llenitas de verdades a medio decir.

Y al final de cada página, allí donde la mayoría de las veces el número de página es el rey, en este libro está acompañado por una o varias frases que proponen al lector adulto diversas y divertidas formas de acercar a sus compañeros de lectura a la poesía.

La puesta en escena, la maquetación, es un acierto de elegancia y saber hacer. Con el lettering como apoyo a la poesía, el juego de la mecánica de la composición se une a la propuesta ofreciendo a los lectores y curiosos su personal propuesta de poesía del espacio. No es sencillo que cada palabra encuentre su lugar en un rectángulo físico, sin embargo, aquí lo consiguen. De manera que Federico García Lorca, María Teresa Andruetto o Beatriz Giménez de Ory, al igual que Maite Dono o Darabuc, tienen un espacio particular, un jardín de silencios, palabras, espacios y puntos suspensivos o tildes perdidos, apto solo para las almas más sensibles.

Jugar y leer se vuelve así una excusa infinita para dejarse llevar por la poesía, sin necesidad de entender nada, solo por el placer de encontrarse con el ritmo que llevamos en el cuerpo y el saber hacer de la pluma mágica de los hacedores de poesía.

Un libro para leer, para compartir, para aprender a desaprender, y para disfrutar juntos.

44 poemas para leer con niños es una pequeña joya tallada por buenos y cuidadosos maestros.
Jackeline de Barros

12 poemas de Federico García Lorca

revistababar.com
 
Quizá lo primero que habría que decir de este espléndido libro es que no se trata de una obra estrictamente para niños, más bien cabría decir que estamos ante un libro de arte para todas las edades.

La acertada selección, realizada por Antonio Rubio y Manuela Rodríguez, rescata unos cuantos poemas de Federico que reflejan en toda su dimensión ese mundo singular del gran poeta granadino. Bien podrían ser otros los poemas, y el libro tener igual entidad, pero la presencia de “Despedida” o “Vals de las ramas” hacen de esta pequeña antología una acertada muestra de la obra lírica de García Lorca.

Magnífico el contenedor: la cubierta, con una ilustración que la abarca entera, las austeras guardas, el ahuesado papel satinado mate, excelente para mostrar el universo gráfico del ilustrador mexicano, el azul de los títulos de los poemas, como escapado de sus imágenes, la biografía del poeta —no hay que olvidar la historia, de lo contrario, estaremos condenados a repetirla—, y las palabras últimas de Gabriel, verdadera confesión poética, broche acertado para un libro memorable, en el que lo único gratuito y ajeno a su estética es la tipografía pretendidamente manuscrita de “12 poemas de”.

Siempre que entramos en una ilustración de Gabriel Pacheco accedemos a un escenario. Un escenario inquietante en el que asistimos a una leve representación: lo imaginado, lo intuido, lo interpretado por el creador.

Cuando se trata de un texto narrativo —tenga o no texto— ese escenario se prolonga en varias imágenes en el transcurso del cuento. Aquí, son doce pequeños escenarios íntimos, como una pequeña plaza, en los que sus delicados personajes escenifican una mínima comedia, o tragedia, silenciosa, ensimismada, ausente de la mirada del espectador. Esos personajes no están posando para el usuario, ¿acaso lo hacen para el poeta?, ¿qué diálogo secreto mantienen con su hacedor?

De un gris craquelado a unos sucios azules luminosos oscilan estos escenarios ausentes de decoración; si acaso, una pequeña nube que pasa, y en ellos, unos frágiles actores conversan con la nada, con el vacío, con la soledad y, también, con nosotros.

Son, como dice Gabriel en su pequeño texto, como la mariposa del amor, y digo yo, que nunca se deja atrapar. 
Antonio Ventura