sábado, 25 de julio de 2009

La puerta de servicio

ELPAÍS.com

Elvira Lindo

Yo entré en la literatura por la puerta de atrás. Yo no tengo nada contra esas puertas, las de atrás; al contrario, las venero. Las puertas de atrás son más bajitas que las puertas grandes, así que, para entrar, una tiene que agacharse. A veces, como es mi caso, una tiene que agacharse tantas veces que se te queda en el alma una especie de humildad patológica, que se advierte en que siempre tienes la cabeza ligeramente echada para adelante, como si estuvieras resignada a que en cualquier momento alguien te puede arrear una colleja. La puerta de atrás en la literatura es la literatura infantil.

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