domingo, 5 de julio de 2009

La libertad y el placer de la lectura

OEI

La libertad y el placer de la lectura: "La historia, con mayúsculas, empezó en Sumeria -lo que hoy es la martirizada tierra de Irak- hace unos 5.000 o 6.000 años. Imaginamos que tras siglos de tentativas más o menos fructuosas o estériles, de avances y de retrocesos, el ser humano logró entrar en ese mundo siempre maravilloso y enigmático, sin lugar a dudas, que es la escritura."

Desde el complejo texto cuneiforme sobre una tabilla de arcilla, realizado con una caña que hace pequeñas cuñas (de ahí el nombre de esa escritura primigenia), el proceso avanzó de manera espectacular, con increíbles cambios en el tipo de escritura (los fenicios mejoraron esencialmente el proceso, pasando de una escritura ideográfica y silábica al primer alfabeto hasta ahora conocido) y, en no menor medida, en los soportes sobre los que se escribía y en los materiales diversos que había que utilizar para ello.
Así se pasó desde la citada lámina de arcilla al papiro de Egipto y de éste al pergamino (de Pérgamo, en el Asia Menor, en lo que actualmente es Turquía), hasta llegar, muy posteriormente, al papel, traído a Occidente por los árabes desde China, donde fue inventado.
En cuanto a las formas de esos soportes de lo escrito, se pasó desde el rollo de papiro y pergamino al códice, el formato de libro tal como lo conocemos y usamos hoy en día. Hasta aquí estamos hablando de una escritura manuscrita, entendiendo por tal la que se realiza mediante la mano de quien elabora el texto.

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